Ingeniero engañó a startups de IA: ¿Cómo lo hizo y qué enseña sobre el trabajo remoto?
Soham Parekh, un ingeniero de India, trabajó en simultáneo para startups de IA en Silicon Valley sin que ninguna lo supiera. Analizamos cómo lo hizo, sus consecuencias y el impacto en el trabajo remoto, la programación y la ética profesional.

El trabajo remoto ha transformado la forma en que muchas empresas de tecnología y software operan, permitiendo flexibilidad, contratación global y una reducción significativa de costos. Sin embargo, también ha abierto la puerta a nuevos desafíos, como el que protagoniza Soham Parekh, un ingeniero de software originario de la India, que logró trabajar simultáneamente para tres o cuatro startups de inteligencia artificial con sede en Silicon Valley sin que ninguna lo supiera.
El caso Soham Parekh: pluriempleo extremo en tiempos de trabajo remoto
El escándalo comenzó cuando Suhail Doshi, fundador de Playground AI y exCEO de Mixpanel, publicó en X (antes Twitter) un post denunciando que un ingeniero contratado había estado trabajando al mismo tiempo para varias startups. La comunidad tech comenzó a conectar las piezas y pronto se supo que se trataba de Soham Parekh.
Parekh había sido contratado por diversas empresas tecnológicas gracias a su buen desempeño en entrevistas técnicas. Aparentemente, organizaba sus jornadas laborales para cumplir con entregas mínimas y mantener la apariencia de productividad en cada una. En algunos casos, incluso utilizaba identidades y nombres falsos, lo que agravó la falta de transparencia en su desempeño y generó dudas sobre la seguridad y la conducta ética en entornos remotos.
"Trabajaba hasta 140 horas por semana"
En declaraciones posteriores, Parekh afirmó que tomó varios trabajos por necesidad financiera, no por ambición ni deseo de defraudar. Aseguró haber llegado a trabajar hasta 140 horas a la semana para poder cumplir con todas sus responsabilidades, aunque con resultados cuestionables.
Este nivel de pluriempleo no solo puso en riesgo la calidad del software entregado, sino que también generó un enorme desgaste personal. Aun así, logró mantenerse en varios cargos durante meses antes de ser descubierto. Lo más alarmante para las empresas es que no se trató de un error aislado: algunas startups compartieron que otros candidatos habían hecho lo mismo, lo cual está generando una sensación de desconfianza generalizada hacia los desarrolladores remotos.
Riesgos, errores y lecciones en la contratación en tecnología
Este caso ha encendido las alarmas en Silicon Valley y en todo el ecosistema de startups tecnológicas. Empresas que habían apostado por equipos 100% remotos ahora están reconsiderando sus políticas:
Se están implementando controles más estrictos de verificación de identidad.
Algunas empresas están optando por contratos exclusivos o cláusulas anti-pluriempleo.
Se está reforzando la seguridad en plataformas de acceso remoto.
Se revisa la configuración de permisos para proteger información sensible.
Se cuestiona la efectividad de las entrevistas técnicas y el onboarding remoto.
En el campo de la programación, este de fraudes pueden afectar directamente los procesos de desarrollo de productos digitales, retrasando entregas clave y comprometiendo la calidad del código. Además, muchas startups están revaluando cómo gestionan sus equipos de programación y qué herramientas utilizan para supervisar el rendimiento de forma ética y eficiente.
A largo plazo, el incidente podría afectar la confianza en modelos de contratación global y limitar las oportunidades para desarrolladores altamente calificados que trabajan con ética desde países en vías de desarrollo.
Ética profesional vs. vacíos del sistema en la industria tecnológica
La opinión pública está dividida. Algunos critican duramente a Parekh por su falta de ética profesional, mientras que otros señalan que el modelo de trabajo remoto actual carece de los mecanismos adecuados para evitar este de abusos. También se plantea un debate sobre la precariedad laboral: si una persona se ve obligada a aceptar varios trabajos para sostenerse, ¿no debería eso cuestionar también el modelo de compensación en tecnología?
Desde el punto de vista legal, también hay zonas grises. En muchos países, si no existe una cláusula de exclusividad, el pluriempleo no es ilegal. Sin embargo, si hay suplantación de identidad, falsificación de información o uso de herramientas para ocultar el doble empleo, las consecuencias pueden escalar rápidamente y convertirse en casos de fraude laboral.
El caso también pone sobre la mesa la discusión sobre la confianza y la cultura laboral. El trabajo remoto requiere de una base de confianza mutua: por parte de las empresas para no microgestionar y permitir autonomía, y por parte de los colaboradores para actuar con profesionalismo. Cuando uno de esos pilares falla, todo el sistema también se tambalea.
Conclusión: lecciones clave para el futuro del trabajo remoto y la programación ética
El caso de Soham Parekh es un claro recordatorio de los riesgos de operar sin controles adecuados en entornos remotos. No se trata de eliminar el trabajo remoto, sino de gestionarlo con inteligencia: establecer procesos de contratación robustos, validar identidades, firmar acuerdos claros y fomentar una cultura de transparencia y responsabilidad.
Para los profesionales de la programación, también hay una lección importante: la confianza es fácil de perder y difícil de recuperar. Si bien la flexibilidad es una gran ventaja del trabajo remoto, la ética personal y la honestidad siguen siendo las bases de una carrera sostenible en tecnología.
En definitiva, el caso de Parekh no debería ser usado para satanizar el trabajo remoto, pero sí para repensar cómo lo estamos gestionando. El futuro del trabajo está en juego, y depende de todos que evolucione hacia un modelo más justo, eficiente y seguro.